Entre cierre de locales, caída de la producción y las ventas, los fabricantes esperan con ansias la temporada. Apuntan a mantener los precios. Afirman que el turismo "es la esperanza para reactivar" a la ciudad.
El sector textil no escapa a la difícil realidad que atraviesa a la mayoría de los rubros. El año cierra con una abrupta caída en las ventas, gran cantidad de locales que no sobrevivieron a la crisis y bajaron la persiana, una producción en baja y una gruesa pérdida de rentabilidad al no poder trasladar a las prendas el aumento de costos y la suba de los insumos, muchos de ellos importados. La temporada y el arribo del turismo es lo único que a esta altura genera “una luz de esperanza” para la industria.
La recesión que padece la industria textil marplatense comenzó a sentirse con firmeza hace más de dos años. Cayeron las ventas progresivamente y por ende la producción, y en consecuencia se redujeron los puestos de trabajo que históricamente el sector generó. Mantener los precios lo más estable posible a cuestas de perder ganancia fue parte de una estrategia común aplicada por algunos de los principales productores de indumentaria.
En su anteúltima visita a la ciudad, el gobernador electo, Axel Kicillof, se refirió al sector textil -como también del Puerto, el comercio y la metalmecánica- como una de las víctimas de la “masacre laboral” que acusó en Mar del Plata como consecuencia de las políticas económicas aplicadas en los últimos cuatro años.
El 2019 deja un balance “terrible” para la industria textil local con “una recesión tremenda” que se intensificó antes de las PASO y después más aún hasta las elecciones del 27 de octubre, como reacción de la caída del consumo pero también de la incertidumbre política y económica, según analizó en diálogo con LA CAPITAL María Liberati, exitosa referente de la industria textil de Mar del Plata.
Liberati se encuentra al frente de una empresa con más de 60 años de experiencia en el rubro. “Hemos pasado por todas las crisis y sabemos que al final siempre hay una luz y por eso uno hace lo imposible para seguir adelante”, dijo, ilusionada con que la temporada que se aproximada sea una bisagra para revertir este presente.
Luego de las elecciones “el mercado empezó a moverse un poco”, aunque después de más de dos años de recesión continua “hay que remar muchísimo” para afrontar los costos y cumplir con el pago de sueldos, impuestos y obligaciones, analizó. Crecer, para la industria, está siendo imposible. El sector debió resignar ese sueño y centrarse en subsistir, en superar la crisis.
“Veíamos hasta octubre que la gente no gastaba, pero no sólo la que no puede, sino también la que sí puede gastar. El mercado se frenó”, agregó.
Expectativa por la temporada
Luego de un año “muy complejo” que en varios sectores se tradujo en cierres y pérdidas de fuente de trabajo, “más que nunca” el rubro textil espera con ansias el verano y el movimiento turístico.
La mayoría de los exponentes del sector espera que el valor del dólar (sin certezas sobre su cotización en el corto plazo) favorezca al turismo interno y por ende a la Costa Atlántica y en particular a Mar del Plata.
El rol de la temporada, frente a este escenario, resulta fundamental para los textiles. Liberati definió en este sentido al verano como “el inicio de un año nuevo y de una esperanza renovada para lo que viene”.
“Es la esperanza de la ciudad. Más allá de quién ganó la elección, es importante que se ocupen del turismo, porque eso hace funcionar a todos los sectores”, indicó la empresaria asociada a la Cámara Textil de Mar del Plata -de la cual es ex presidenta- y remarcó que el turismo “es una industria muy fuerte que genera trabajo en todas las demás”. “El día que marplatenses y dirigentes entendamos eso, Mar del Plata va a ser otra ciudad”, subrayó.
Mantener los precios
Es evidente e inocultable que la indumentaria aumentó en estos años. Los precios se dispararon como en casi todos los sectores. Sin embargo, los productores textiles explican y advierten que en su rubro “es imposible trasladar los aumentos a los precios” y que hacen lo posible por “mantenerlos” para incentivar la compra.
Prima la necesidad de vender. Si la ropa aumentase a la par de los incrementos de costos y el valor de los insumos (muchos cotizan en dólares o euros) “no se vendería nada”.
Intentar aumentar lo necesario para mantener el local, la fábrica, la producción y el empleo. Ese fue el desafío de los desarrolladores textiles, que en muchos casos terminan “vendiendo por debajo del costo” para enfrentar los gastos mensuales, resignando “drásticamente” su rentabilidad.
En muchos casos, las fábricas trabajan con hilados o máquinas importadas, tanto de Estados Unidos como de países de Europa como Alemania, Italia, Francia o Inglaterra. Los repuestos e insumos de esas herramientas de trabajo se cotizan en moneda extranjera y hoy resultan “imposibles de comprar”, pero a la vez se impone la necesidad de seguir produciendo y vendiendo, lo que lleva muchas veces a endeudarse para comprar estos elementos.
Recursos financieros
Si algo necesita el sector textil, como también el comercio y la industria en general, es que las ventas crezcan, es decir, que se incremente el consumo, o dicho más claramente, que circule más dinero en la calle.
Pero sumado a esa necesidad compartida, el sector textil demanda también especialmente “recursos financieros” que faciliten la adquisición o cambio de maquinarias, o la compra de hilados nuevos.
“Es muy importante la parte financiera para proyectar a mediano plazo y hoy eso no se puede hacer; ojalá eso cambie y haya un impulso de estos recursos”, indicó María Liberati.
— Fuerte caída del empleo
El sector textil fue históricamente un gran generador de puestos de trabajo. En los años dorados de la industria en Mar del Plata, las fábricas en Juan B. Justo concentraban a una importante cantidad de obreros textiles, costureras y todo tipo de mano de obra especializada.
Dicha realidad se desplomó por varios motivos a lo largo de últimos 30 años, pero en estos últimos dos años el empleo “se redujo notablemente” al caer las ventas “estrepitosamente”, según indicaron productores.
Si bien algunas grandes empresas hacen lo posible por mantener al personal, justamente porque se trata de mano de obra especializada que si se pierde resulta “muy difícil” de recuperar, algunas firmas de menor calibre redujeron su planta de trabajadores para subsistir.
“Hay mucha gente que se ha quedado sin trabajo, muchos no repone al personal que se va y eso es un puesto de trabajo menos. El panorama es bastante negro. En nuestra empresa hemos podido trabajar y resistir sin reducir personal, pero sabemos que hay muchas que se vieron afectadas”, indicó la referente del rubro textil María Liberati.